lunes, 25 de abril de 2016

Hoy os quiero contar un segundo aprendizaje

No hay nada mas gratificante que  la experiencia de ver nacer a tu hijo, o si?

Tuve el privilegio de asistir al nacimiento de mi primera hija y vivirlo intensamente, disfrutándolo cada segundo, descubriendo esas emociones, esas sensaciones que nadie te puede enseñar, que no puedes aprender en los libros ni en los documentales y que solo la propia vivencia te puede ilustrar.
Quizás por ello, por haber experimentado, me mostraba confiando aquella noche, junto a su madre, mientras esperaba el nacimiento de mi segunda hija.
Ya no me enfrentaba a lo desconocido, y aunque mis emociones eran muy similares, el seguir las pautas, el haber vivido ya aquella situación me daba cierta ventaja para controlar mis emociones y poder saborear de otra forma aquella maravillosa experiencia. Me mostraba seguro, al lado de mi pareja, tranquilizándola y tratando de transmitir cualquier energía que le redujera el dolor e intensificara la alegría que el dar a luz produce. Jamás podremos sentir lo que siente una madre, que convive durante el embarazo con su hijo dentro de sus ser, evidentemente ese sentimiento es incomparable y por mucho que queramos vivir el nacimiento de un hijo con nuestra pareja, sencillamente la vivencia es muy distante, años luz.
Siguiendo las pautas y el orden establecido había llegado el momento decisivo, aquel momento en que esa nueva criatura abandona el interior de su madre para aparecer en otro mundo, en ese nuevo universo de luz, secuencia que tenia más que memorizada al tratarse de mi segunda hija y al igual que un piloto memoriza para siempre un circuito, yo tenia de forma automatizada cada secuencia del que seria el segundo parto. Me creía un padre experimentado y por ello estaba confiado, el conocer, el saber, te da confianza y seguridad.
Recordaba sus llantos nada más abrir los ojos, aún sin haber salido totalmente del interior de su madre, y estaba deseando que pasara otra vez lo mismo, deseoso de ver a su hermana  abrir los ojos mientras su madre me apretaba fuertemente la mano. Sin embargo, toda la seguridad se desvanece, cuando el conocimiento y el saber te encienden la alarma, porque sabes que aquellas no son las secuencias, que aquellas no son las curvas de tu circuito si la comadrona deja de sonreír, que todo son prisas inexplicables y que en pocos segundos ves como nuestra hija viene a este mundo y que el único sonido que percibes son los pasos de los asistentes mientras se la llevan rápidamente del alcance de tus ojos y pasas a oír a su madre gritar, que pasa, mi niña, mi niña, mientras tratas de agudizar tu oído para escuchar a través de las paredes, esperanzado en oír un llanto que te deje respirar.
Segundos que no sabes controlar, mientras su madre esperaba que le colocaran su hija encima de su pecho, mientras yo esperaba la secuencia de ver la alegría de su madre tras colocarle su bebe y poderlo observar, mientras tienes programado un minuto de felicidad, te encuentras el desconcierto, y te limitas a escuchar, a escuchar y no poder oir nada mientras tu desesperación te corroe y la flojera de tus piernas se intensifica,  motivado por el conocer "que pasará" por haberlo vivido antes.

Es por eso que a veces, el tener experiencia, tampoco  es que sirva de mucho, te da seguridad y confianza, pero también te trae relajamiento y desconcierto ante lo imprevisto.

Fueron unos minutos muy largos, los más largos de nuestra vida, donde no te derrumbas por transmitir fuerza a quien más lo necesita, a quien ha estado nueve meses con ella en su interior esperando ese momento, y por muy débil, por muy trastocado que te encuentres, en ese momento solo puedes transmitir confianza, seguridad, esperanza y positivismo, porque sabes que en ese momento por muy grande que sea tu dolor, por muy grande que sea tu desesperación, sabes que la suya es aún mayor.
Afortunadamente aquel servicio médico solucionó aquel imprevisto y en un par de minutos pudimos oír llorar a nuestra hija,

Puedes superar cualquier momento de incertidumbre, controlar tus miedos, superar tus emociones y transformar el peor momento hasta recuperar el control de la peor situación si tienes a alguien por quien debas hacerlo.

lunes, 18 de abril de 2016

Hoy os quiero contar Tic, tac, tic, tac

Cuando era niño me encantaba dormir mientras mi padre me rascaba tranquilamente la espalda, disfrutaba saboreando un helado mientras se iba derritiendo lentamente, pasaba horas viendo como el fuego de la chimenea iba consumiendo los troncos o me quedaba embobado durante horas escuchando el sonido de la lluvia.
Ahora es extraño el día que alguien no me manifiesta que le falta tiempo, agendas a tope, excesos de trabajo, problemas de tráfico, prisas, prisas, prisas, imposible poder estar, agobio por llegar tarde, tareas pendientes...

¿Falta tiempo?

Pues no, el tiempo, está. Estaba cuando era niño y está ahora.

Si quieres ganar tiempo yendo más deprisa, si quieres ganar tiempo para poder hacerlo todo, si buscas tiempo para completar lo que falta, no lo encontrarás, y no solo eso, te faltará más, te faltará el tiempo más valioso, tu tiempo, el que tenias cuando niño y que has dejado atrás, tiempo para tomar un café con un amigo, para disfrutar de una cerveza fresquita, para correr por la orilla del mar, para querer, para amar, para escuchar, para reír, tiempo para jugar, para escuchar el viento, oír cantar a los pájaros, tiempo para jugar.

Párate, mira atrás, piensa, prioriza, deja de imitar a los demás, deja de correr para no ir a ningún sitio, porque.., ¿te has preguntado a donde vas?,
tanto correr y no sabes por ni para qué, solo corres porque tienes prisa.

Y recuerda,

El tiempo está, siempre ha estado.

Entretente tranquilamente con tus hijos y sus peluches, escucha a esa viejecita en la cola de la panadería, visita a ese amigo enfermo, pasea con tus padres, comparte con tus amigos, disfruta de tu mascota y dedica el día a observar, párate, planifica tus actividades, y realízalas, las tuyas.
Deja todo lo demás.

No malgastes el tiempo en convencer a los demás, a imponer tus ideas, no dediques ni un minuto a enojarte.

No es tan complicado, recuerda que lo hacías cuando eras niño.

Si realmente no encuentras tiempo para ti, si crees que es por tu trabajo o por tus obligaciones, no busques más tiempo, no lo encontrarás, lo que tienes que hacer es dejar de buscar y encontrarte a ti.


martes, 12 de abril de 2016

Hoy os quiero contar algo especial

Allí estaba, desbordante de energía,  mostrando toda su belleza contenida, invitándome a formar parte de ella.

Había aparecido de la nada, inesperadamente y no, curiosamente cuando esperas algo así y sientes que es el momento, el olor del mar se intensifica, puedes oír por debajo de tu frecuencia, se te anuda el estómago y todas tus sensaciones se fusionan, cuando aparece, sabes perfectamente que es tu momento, no puedes pensar, te elevas como en un sueño y te dejas arrastrar por su fuerza y saboreas cada instante o asumes que no estás preparado, y contrario a tu deseo retrocedes y contemplas su belleza  mientras respiras intensamente sabiendo que desaparece para siempre, sabiendo que no volverá y que tampoco podrás jamás olvidar un momento así.

Las olas no vienen para quedarse, duran muy poco si las observas, las has de coger para que se hagan eternas, para vivirlas intensamente y perder la noción del tiempo alimentándote de su fuerza.

El resto de maravillas, personas y experiencias tampoco aparecen para quedarse eternamente, si te limitas a observarlas, las verás pasar rápidamente ante tus ojos, cuando tienes la oportunidad de vivirlas, de parar el reloj si las vives intensamente mientras tus emociones te superan.







lunes, 4 de abril de 2016

hoy os quiero contar algo diferente.

De repente todo se detuvo, todo mi alrededor era increíblemente inexplicable, nunca había visto el mar pararse como aquella mañana, el viento desaparecido, quizás el tiempo se paró o quizás no, pero la calma de aquel momento se introdujo en mi interior, se apoderó de mi, pude escuchar el silencio. Mirara donde mirara únicamente había paz, tranquilidad, el mundo se había parado y yo con él, disfrutando de aquel momento, desaparecido, inhibido y mentalmente abstraído por aquel entorno. Podía ver, oler y sentir la paz mientras que el silencio ganaba espacio y se hacia cada vez más presente, el ruido del silencio es inolvidable.

Añoro ese ruido de vez en cuando, y trato de recordarlo cerrando los ojos y apoyando mi espalda sobre el muro mientras camino, sobre ese muro que no voy a escalar, prefiero intentar escuchar el silencio consciente que mientras avanzo me alejo y cuando me detengo me retraso.

Sueño con que los muros desaparezcan y que el tiempo se detenga, poder saborear la calma, ver desaparecer el viento, embobarme contemplando indefinidamente el ruido del silencio mientras me quedo quieto observando como la deriva me desplaza a mi destino.

La acción, solo tiene sentido si te conduce a llegar a ti, a la esencia de tu ser.

Si no es así, es mejor detenerse, analizar, descansar y esperar que venga hacia ti, que se acerque lo suficiente para sentir, para oler su presencia, poder trazar de nuevo el camino que te conduce hasta allí, a ese lugar donde se tocan los sentimientos, se ve la felicidad y se oye el silencio.